El trabajo, la hipoteca, la matrícula de la universidad de tus hijos, tu mujer que no para de incordiar, ufffffff, llega un momento en el que todo se acumula y explotas, pero siempre es mejor respirar profundamente y dejarse ayudar. Este hombre estaba al límite de un ataque de nervios y su complaciente hija lo sabía, conoce a su padre demasiado como para saber cuando necesita un alivio rápido, ya me entendéis…