Como la casa de mi abuela me queda más cerca de la universidad que la mía, muchos días me voy allí a comer y a descansar un poco antes de las clases de las tardes. Normalmente, la mujer me tiene preparada la comida y en cuanto llego, no tengo más que coger la cuchara y ponerme a comer. A modo de agradecimiento intento darle algo que sé que le gusta y no tiene: sexo. Desde que mi abuelo murió, la pobre no ha follado con ningún otro hombre que no sea yo.